La Energía, El Ki y la Fuerza
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Para la filosofía oriental, el hombre tiene la potencialidad de ser el trámite de la energía de la tierra y del ciclo, junto con su propia energía. La respiración del hombre entonces se vuelve metafóricamente una con el aliento del Cielo y de la Tierra. La energía es el «Ki» (en japonés; «Chi» en chino) y se exprime sincronizando el ritmo respiratorio del hombre con el del «todo», del universo.
Hace ahora bastantes años que este concepto ha sido introducido en Occidente a través de algunas artes marciales como las que tejen las artes practicadas en WAMAI, si bien ciertamente no por aquellas que han sido «occidentalizadas». El Ki (la energía) en el Karate, en el Aikido, etc., se expresa a través del Ki-mé (fusión de energía interna-externa), por lo que la fuerza de una acción puede ser multiplicada gracias al auxilio de una correcta respiración.
Es obvio que la fuerza de un hombre depende de variables tales como su masa muscular, su peso corpóreo, la elasticidad y flexibilidad de su sistema músculo-esquelético, y su capacidad automática (refleja o instintiva) y voluntaria de coordinar todos estos factores con respecto a una determinada acción.
El mito de la edad en el deporte
Por esta razón los «deportes» como los entendemos en Occidente, son generalmente accesibles hasta cierta edad «muscularmente eficiente». Al contrario, no es difícil encontrar practicantes de artes marciales con edades avanzadas.
Desde WAMAI creemos que en efecto, en el Kimé la energía de una acción halla su mejor forma expresiva porque la mente controla la respiración utilizando la musculatura voluntaria (es decir, vinculada con una decisión consciente y activa) y la utiliza para coordinar y realizar la acción.
La finalidad en el Tai Chi es la salud y la relajación psicofísica, además de la defensa; en el Aikido es la unión con el Uke (el contrincante) utilizando su fuerza mal encauzada; en el Karate es reunir la energía de todo el cuerpo en un momento y concentrarla en un punto, mientras que en el Kendo (el vía del sable) dicha finalidad consiste en aunar la energía en la hoja.
Sea como sea, el hecho es que esas artes marciales tienen el mérito de haber logrado introducir al público en pensamientos hasta hace poco desconocidos en Occidente. Empezar por el cuerpo para educar la mente, instaurando así una formación recíproca entre ellos, y mediante la meditación, el control de la respiración y el equilibrio interno para liberar el espíritu de las emociones negativas (tensiones, neurosis), es un concepto que fue introducido exactamente con la aparición de las artes marciales y hasta entonces inexplorado. El poder relajante y catártico del Kimé a través de la respiración, puede producir una acción terapéutica.
La respiración como punto fundamental
Efectivamente, el control de la respiración ha sido adaptado he introducido en Occidente mediante el «Training Autógeno», forma elaborada para poder alcanzar de una manera aceptable para occidentales los efectos típicos de la meditación oriental. Para un occidental, la práctica diaria de un arte marcial puede tener varias funciones, partiendo de un cometido estrictamente definido por el movimiento (característica común a todo deporte), para llegar al aumento de las capacidades de concentración y gestión del cuerpo, sin prescindir del aprendizaje de movimientos condicionados y eficaces en el caso de peligro real. De lo que se ha dicho deriva que la fusión consciente entre la fuerza y la energía mental y física produce beneficios que van más allá de las meras prestaciones deportivas. Sin embargo, dicha energía, concentrada en un inagotable manantial vital (el Ki o Chi) y dirigida por la respiración, no es el feudo exclusivo de las artes marciales.
El formidable poder relajante y unificador de la atención y concentración actúa de manera que las prácticas meditativas salgan hoy en día de su estricto marco marcial, religioso o filosófico, para proporcionar sus beneficios en campos tales como el deportivo, el terapéutico o el didáctico. Como se ha dicho y como demuestra el empleo del Training Autógeno, la práctica de la concentración es aplicable a cualquier disciplina, ya sea deportiva (aeróbic, gimnasia, halterofilia, atletismo, etc.) o no.
La conclusión
En definitiva se trata de aprender a respirar correctamente, relajando la musculatura para evitar contracciones y tensiones superfluas que, originadas en la mente, se transfieren al cuerpo y a la acción. Con respecto a la acción mediante una correcta respiración consciente se puede apreciar no solo un aumento de la fuerza y de la resistencia y una disminución de la fatiga, sino también un sorprendente incremento de la velocidad, la cual se traduce en mayor potencia.
El conocido adagio Mens sana in Corpore sano no quiere decir más que esto: complementariedad entre los dos vectores de la vida misma (cuerpo y mente), coordinada y guiada por la respiración.
Sin embargo una advertencia es imprescindible, ya que en un mundo donde resulta siempre más fácil topar con nuevos y plurititulados profesores, existe el omnipresente riesgo de encontrar buenos vendedores y pésimos maestros. A este fin será útil saber evaluar las capacidades humanas y didácticas del profesor con ojo crítico antes de emprender actividades de este tipo